El nombre de Lester Toledo no es nuevo, pero su reciente protagonismo en la política colombiana ha encendido alarmas. Toledo es un abogado y consultor político venezolano especializado en organización territorial y control electoral, con experiencia en campañas en Latinoamérica, España y los EE.UU. Su llegada al escenario del uribismo, y en concreto al proceso interno del Centro Democrático, genera suspicacias.
La estrategia detrás del asesor
La senadora María Fernanda Cabal ha lanzado acusaciones directas: sostiene que Toledo ha sido traído para implementar un cambio de condiciones profundas en el partido, una reconfiguración que pasaría por manipular el mecanismo de elección del candidato presidencial y debilitar la voz de los dirigentes históricos y de la militancia interna.
Según informes internos del partido, se le atribuye a Toledo la estrategia de “infiltración” en el CD: inteligencia territorial, control de datos, movilización de redes y uso de tácticas probadas en Venezuela y otros países para debilitar los contrapesos internos.
¿Instrumentalizar a Miguel Uribe Londoño?
Una de las jugadas clave sería presentar al Miguel Uribe Londoño como candidato funcional al proyecto que Toledo promueve. Uribe Londoño ya es precandidato oficial por el partido. Cabal sostiene que el asesor venezolano y sus aliados están empujando para que el partido no proponga un liderazgo emergente, sino que diluyan la figura del uribismo tradicional y adopten la bandera de un “tercero” controlado, que permitiría a esos intereses externos –y al asesor– mantener la verdadera toma de decisiones.
El cambio de reglas y el poder desde afuera
El foco del conflicto es el método. Uribe Londoño ha propuesto, por ejemplo, que la encuesta para decidir el candidato la manejen tres firmas encuestadoras en vez de una sola, lo que implica mayor complejidad y menos transparencia para la militancia. Cabal interpreta estas maniobras como parte del plan: alterar el proceso para garantizar resultados controlados, no la voluntad del partido.
Toledo, como actor detrás de cámaras, estaría implementando tácticas de “arquitectura electoral”, búsqueda de datos de militancia, microsegmentación y manipulación discursiva, modelos que ya ha usado en campañas en Venezuela y El Salvador.
La misoginia como herramienta de exclusión
Pero el asunto no termina en proceso y números. Cabal denuncia además que según el modelo impulsado por Toledo y otros, incluidas figuras internas como José Obdulio Gaviria, la estrategia pasa por excluir a mujeres con trayectoria del partido y buscar candidatos externos o “frescos” que permitan mayor control. Esta exclusión deliberada, afirma la senadora, es una manifestación de misoginia política: “prefieren buscar candidatos por fuera mientras ignoran a las senadoras que han construido esta colectividad”.
¿Qué está en juego?
Lo que está en riesgo no es solo la elección del 2026, sino la identidad del Centro Democrático. Si se consolida un modelo donde el asesor externo decide, la militancia queda desplazada, las reglas se cambian a favor de unos pocos y los liderazgos tradicionales pierden voz, entonces el partido deja de ser el que fundó y pasa a ser una estructura hueca de poder. Cabal lo dice sin eufemismos: “Nosotros peleando por minucias mientras el país anda en colapso… Hay que aplicar los estatutos, respetar los candidatos y rodear al director del partido para que esto no lo sepulte el desorden”.
En pocas palabras: mientras algunos buscan lavar el tablero, otros trabajan para reconstruirlo desde la base. El verdadero Lester Toledo lleva años perfeccionando campañas de manipulación, y el riesgo es que el uribismo termine siendo el siguiente experimento. La pregunta es clara: ¿Permitirá el partido que se le imponga un cambio de reglas o despertará antes de perder su alma política?

