Sin Filtro: los mares de Fico y la Medellín que se inunda sola
En Medellín, cada aguacero nos recuerda que el verdadero mar ya existe: el río desbordado y las calles inundadas que convierten la ciudad en un archipiélago de huecos, trancones y desastres. Sin embargo, para el alcalde Federico “Fico” Gutiérrez, la solución parece estar en otra parte: gastar el superávit en crear los “mares de Medellín”, un proyecto que suena más a burla que a política pública seria.
La idea de “mares artificiales” se presentó como una oportunidad para innovar en recreación y turismo urbano. Pero cuando se revisan las prioridades reales de la ciudad, la propuesta se estrella de frente con la lógica. Medellín enfrenta un sistema de alcantarillado colapsado, un río que cada año amenaza con salirse de su cauce y barrios enteros vulnerables a inundaciones. Y aun así, Fico habla de mares.
¿Desarrollo o despilfarro?
El alcalde justifica el proyecto diciendo que hay superávit fiscal, es decir, recursos adicionales que pueden destinarse a nuevas inversiones. Pero aquí surge la pregunta incómoda: ¿por qué usar ese dinero en un delirio arquitectónico cuando hay necesidades básicas sin resolver?
Si de mares se trata, Medellín ya tiene uno: el que aparece cada vez que caen 20 minutos de lluvia. Nadamos en charcos, flotamos en calles convertidas en ríos y navegamos entre huecos. No hace falta inventar océanos artificiales para sentir la humedad de la ciudad.
Una burla a la gente
Los ciudadanos tienen derecho a indignarse. Porque mientras las familias de barrios como Guayabal, Bello Horizonte o Manrique sufren por aguas negras entrando a sus casas, el alcalde habla de mares turísticos. La desconexión entre discurso y realidad es abismal.
Medellín no necesita espejismos azules. Necesita inversión en prevención de desastres, navegabilidad del río, sistemas de drenaje eficientes y urbanismo sostenible. La plata del superávit debería servir para proteger vidas, no para construir maquetas de mar en una ciudad de montaña.
Sin filtro
Los “mares de Fico” son el ejemplo perfecto de cómo se puede perder el foco político: vender humo en lugar de solucionar lo urgente. Si el alcalde quiere ver agua, que empiece por mirar el río Medellín y las alcantarillas que revientan en cada aguacero.
Porque aquí no necesitamos olas artificiales, lo que necesitamos es que la ciudad no se nos hunda.

