En los pasillos de la Alpujarra se susurra un secreto a gritos: Álvaro Uribe Vélez no cruza palabra con el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, desde hace más de cuatro meses. La razón: la polémica tasa de cobro de seguridad departamental, una medida que al expresidente no le cayó nada bien y que parece haber roto la comunicación entre el líder del Centro Democrático y el gobernador más votado del país.
¿Se le salió del corral el gobernador?
Rendón, que llegó a la Gobernación con un respaldo histórico y hoy ostenta la mejor favorabilidad entre los mandatarios regionales de Colombia, parece tener claro que ya no necesita correa ni dedito. Se mueve con agenda propia, toma decisiones sin pedir permiso y empieza a demostrar que el verdadero poder político en Antioquia no está eN El Ubérrimo, sino en el piso 12 de la Gobernación.
Uribe calla, pero siente
El silencio de Uribe frente a Rendón no es gratuito. En el Centro Democrático hay quienes lo leen como una traición silenciosa: un pupilo que se independiza demasiado rápido. Otros, en cambio, creen que se trata de pura conveniencia, un pacto tácito de no enfrentarse públicamente para no fracturar del todo la casa uribista en Antioquia.
¿Pelea de fondo o estrategia de conveniencia?
Lo cierto es que en Antioquia se vive una tensión inédita: el patriarca del CD y el gobernador con más poder del país no se hablan. Si es pelea, es un quiebre histórico dentro del partido. Si es conveniencia, es la señal de que Rendón ya entendió que el líder de la derecha en Colombia puede ser él, sin tener que pedirle permiso al jefe.

