Santiago Montoya se ha convertido en un fenómeno sin precedentes dentro de las comunidades cristianas de Antioquia. Su coherencia entre fe y acción política ha despertado una movilización que trasciende generaciones y denominaciones..
“Dios es el centro de nuestro hogar”, afirma Montoya. “Sin esa base espiritual, todo lo demás carece de fundamento”. Sus hijos, participan activamente en grupos cristianos, evidencia viva de que los valores se transmiten con ejemplo.
“Nunca habíamos visto algo así”, afirma el pastor Hernán Gutiérrez, con 30 años de ministerio. “Santiago no solo habla de valores cristianos, los vive. Eso ha provocado un despertar espiritual-político en nuestras congregaciones”.
Los mandamientos familiares que Montoya promueve no son simple retórica. “Honrar al cónyuge significa acciones diarias”, explica. “Patricia y yo nos consultamos todo, desde decisiones pequeñas hasta las más trascendentales. Es respeto mutuo en acción”.
El perdón ocupa lugar central en su filosofía. “A veces he fallado como esposo y padre, pero siempre buscamos reconciliación. Perdonar y pedir perdón nos ha salvado de crisis que destruyen otros hogares”, confiesa con humildad que desarma.
Su impacto trasciende lo personal. Cientos de familias han adoptado estos principios tras escuchar su testimonio. “Santiago nos mostró que se puede ser político sin perder la integridad familiar”, comparte Ana Martínez, líder del grupo Madres Orantes de Envigado.
La enseñanza bíblica a sus hijos es prioridad absoluta. “No impongo, sino que muestro el camino. Ellos han visto cómo la fe nos sostiene en momentos difíciles”, señala mientras muestra la Biblia familiar, llena de anotaciones y recuerdos.
Compartir responsabilidades con justicia es práctica diaria. “Mi esposa es mi compañera. El liderazgo cristiano es servicio”, enfatiza con convicción.
La comunicación con amor y verdad fortalece su matrimonio. “Hablamos todo, incluso lo difícil. La transparencia construye confianza”, asegura su esposa, confirmando que estos valores transforman relaciones.
Este testimonio coherente conquista corazones, ofreciendo esperanza en tiempos de familias fragmentadas.

